Comencé en el mundo de las mascotas de manera vocacional, haciendo pequeños rescates y alimentando a animales abandonados de la calle.
Tanto fue mi vocación, que mi casa era un pequeño refugio de animales sin hogar. Mi madre, que es enfermera, me ayudaba a hacer pequeñas curas a animales heridos y enfermos. Ahí fue cuando claramente se despertó mi interés por los animales y la sensibilidad que suponía el cuidado y la atención que merecían.
Por la cultura en la que vivíamos en aquel momento, las mascotas en sí, no eran parte del núcleo familiar. El perro era un animal que servía claramente para proteger las casas y se alimentaban de las sobras. Gracias al tiempo que ha pasado y la evolución en la mentalidad frente a este tema, las mascotas ahora son uno más de la familia; pero en aquel momento, no era así.
Recuerdo tener un vecino al que acompañaba los fines de semana que trabajaba en la Protectora de Animales y Plantas de Málaga (yo tendría unos 15 años).
Esta protectora, estaba ubicada en una zona cercana a un barrio marginal de Málaga, un sitio bastante complicado. La protectora era una gran finca, extremadamente precaria, en el que albergaban al menos 500 animales. Las condiciones sanitarias eran las que había en aquella época y pienso que las instituciones no daban el apoyo que necesitaban dichos sitios.
Mientras mi vecino hacía trabajos de mantenimiento, yo bañaba perros en una pileta en un patio con zotal y los antiparasitarios extra fuertes de la época.
Años más tarde, comencé mis estudios relacionados en el área sanitario humano, como técnico emergencias, Tcae y farmacia/parafarmacia... pero lo que realmente me gustaba eran los animales, así que decidí informarme sobre las formaciones y encontré varias formaciones privadas, que eran las únicas existentes.
Para poder estar certificada, me formé como Auxiliar Veterinaria por la Junta de Andalucía, Auxiliar Técnico Veterinario por el centro de Diagnóstico por Imagen (Grupo Galacho Veterinario), Auxiliar de Quirófano Veterinario impartido por Avepa; en Peluquería Canina realicé infinidad de formaciones y seminarios, Jornadas de Artero en Madrid, etc. Adquirí un ejemplar de Kerry Blue terrier del afijo de la Cadiera, con el que llegué a participar en Exposiciones caninas y demás, pero me di cuenta, que ese mundo no me llenaba al 100%.
Después de muchos años trabajando como peluquera y/o Auxiliar Veterinario en diferentes Hospitales Veterinarios y clínicas veterinarias de Málaga en aquella época (casi 25 años atrás), siempre podría decir lo mismo: el tiempo en el que me tocó vivir aquellos primeros años, no eran para nada, los tiempos de ahora. Los animales acudían a los peluqueros caninos, cuando ya estaban en unas condiciones deplorables e insalvables, los parásitos externos eran tan visibles, que lo único que podías hacer era afeitar y poco más.
Gracias a mi conciencia, formaciones e insistencia a los propietarios, gracias a la evolución de la mentalidad, a la gran afluencia de extranjeros que venían a la Costa del Sol, etc… esto fue cambiando poco a poco. Siempre tuve muy claro que quería trabajar con propietarios que supieran apreciar todas aquellas indicaciones que pudieran aportar una mejora en la salud y bienestar de su mascota.
En aquel momento decidí emprender y, Agustín González (veterinario y amigo), me traspasó el Centro Veterinario de Benahavis para mi gestión. Fueron unos inicios bastante duros, en plena crisis económica del 2010, y pese a ello, se convirtieron en años de mucho crecimiento y demanda del sector. Incluso incorporando un socio al proyecto y abriendo nuestro propio Hotel Canino.
En el verano del 2019, tras unos años de mucho éxito empresarial, pero no personal y emocional, decido vender mi parte de todo este negocio y desvincularme por completo. Sin duda fueron muchos años de aprendizaje que me dieron una visión muy clara de lo que no quería hacer nunca más.
Entré en una peluquería canina en Marbella llamada Woof Meou, en la que me volqué en un equipo de trabajo de alta productividad. Fue justo en ese mes de Marzo cuando llegó la pandemia y todo se paralizó. Yo al mismo tiempo terminaba un Master y comencé a pensar sobre mi nuevo proyecto.
Aquí fue cuando nació The Black Poodle Groom & Care.
Mi objetivo fue claramente, hacer algo mío, que siguiera las bases y conceptos de mi propio criterio. Después de mucho investigar y formarme, decidí que sólo quería trabajar en la peluquería canina siguiendo los conceptos holísticos integrando el bienestar emocional en mis servicios.
Me formé en una escuela de Reino Unido como holistic groomer y ahora sigo mis formaciones en peluquería canina integrativa y emocional, así también, mi formación en sanidad humana que puedo aplicar en animales en cierta manera.
Ahora soy, por primera vez en tantos años, muy feliz con el trabajo que desempeño como peluquera holística canina y felina.
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